El idílico romance entre Isabel Pantoja y Julián Muñoz para tapar el entramado de corrupción y el desvío de miles de millones de euros de fondos públicos de las arcas del Ayuntamiento de Marbella, toca a su fin. De los días de vino y rosas se ha pasado al conflicto. Ambos están enfrentados por la propiedad de la finca Mi Gitana, su antiguo nido de amor. Ella calla desde México, mientras él manifiesta a sus más allegados su resistencia a salir de lo que el llama “sus pertenencias”. Está escriturada a nombre de la Pantoja, pero Muñoz asegura a quien quiere oírle que es suya y solamente suya.
Según ha podido saber El Confidencial de fuentes cercanas a la investigación, la casa Mi Gitana habría sido pagada antes de suscribirse la hipoteca con Banif, “entre otras cosas porque esta entidad no suele conceder préstamos hipotecarios”. Las irregularidades detectadas en el planteamiento de este préstamo hizo que, en noviembre del 2007, el juez Miguel Ángel Torres llamara a declarar a dos directivos de Banif que, acogiéndose al secreto profesional bancario, declinaron hacer ningún tipo de declaración, aunque sí acudieron voluntariamente a la petición del magistrado.
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